Una niña de siete años sufrió un estado de nervios y ahora no va al baño sola. Su madre no pudo dormir en toda la noche por el miedo. El estremecedor relato de la mujer a San José Ahora.
A medida que pasan las horas se conocen más detalles del intento de fuga protagonizada por los delincuentes Santiago Maximiliano Ponce Travieso y Fabricio Ezequiel Bravo Ponce en la tarde del martes en San José de Mayo, a bordo de una camioneta del Instituto Nacional de Rehabilitación que sustrajeron desde el patio de la Jefatura de Policía de San José.
Cuando eso sucedió, ambos delincuentes salieron por la puerta trasera del vehículo, aún esposados, con el objetivo de concretar la fuga. Fabricio Bravo fue capturado por vecinos del lugar, pero Santiago Ponce logró escabullirse por los predios de las viviendas del lugar, se subió al techo de una pero la estructura cedió y terminó en el interior del inmueble. En ese momento la habitante de la casa llegó con sus dos hijas, una bebé de un año y otra de siete a la que recién había recogido de la escuela, llevándose la desagradable sorpresa de tener un delincuente esposado en su propia cocina.
Lo que sigue es el estremecedor relato de la mujer a San José Ahora:
“Ayer (martes) a las cinco de la tarde yo venía con las chicas de la escuela, escucho que estaban de frenada y frenada ahí y no di bola. Yo iba para el fondo, justo atrás del Club El Sacrificio donde sucedió todo, donde chocó la camioneta, vivo algunas casas para adentro. Cuando llego al porche de mi casa, le digo a mi hija ‘sacate la túnica’ como todos los días ‘que te hago la leche y nos vamos para la plaza’. Ya tenía todo pronto, cuando escucho un ruidaje a chapa de la cocina, cuando miro para el costado un muchacho se cayó del techo para mi casa. Agarré a mis hijas, mi bebé estaba en el coche y le hablé al muchacho, le dije: ‘qué hacés acá. Andate, está la calle ahí, por favor ándate, no me hagas nada‘. Quedé en shock. Él se tapaba la cara como para que yo no lo viera pero ya lo había visto y no podía dejar de verlo. No me percaté en ningún momento que estaba esposado. Se pegó terrible porrazo, no sé cómo no se clavó una varilla, nada. Están todas las chapas dobladas, todo tirado”, describió la mujer a este portal, agregando que el sujeto estaba vestido con una campera amarilla y era el que venía manejando.
“Me decía ‘por favor no llames a los milicos, quédate ahí y sácame las esposas‘. ¿Cómo te voy a sacar las esposas? pensaba yo, y mis hijas empiezan a llorar como locas y a gritar, porque el hombre estaba ahí, no se iba. En una se dio vuelta y yo agarré a mis hijas y salí corriendo para la calle, toqué la puerta del tío de mi marido y no había nadie, abrí el portón y me fui para afuera, los vecinos del costado de mi casa fueron los que me auxiliaron. Después salí de vuelta y le dije al tío de mi pareja que había un preso en mi casa y él –que venía con otro muchacho- me miraba y no reaccionaba. ‘¡Hay un chorro en mi casa!’, me dijo que me quedara ahí, que le sacara las esposas”. Ante eso el tío del marido “entró corriendo, lo sacaron y el hombre se les escapó. Salió corriendo para la calle y se cayó en el medio de la calle. Después agarró por calle Silvestre Blanco que fue donde se cayó nuevamente y lo agarraron, porque yo vi todo”.
“Dice el tío de mi pareja que cuando él entró a sacarlo con el otro muchacho, (el delincuente) estaba sentado en la cocina con una pala de pocear sacándose las esposas, ya se había sacado una de una mano”.
La mujer enfatizó: “él me pedía que le sacara las esposas, que no llamara a la policía y que me quedara acá. Sacame las esposas que yo soy hijo del Mago, como que me dijo que era hijo de alguien grande, poderoso, como para asustarme y después se lo volvió a decir al tío de mi pareja, que le sacara las esposas que era hijo de un tal Mago. Y el tío le dijo “ándate de acá que vas a romper el piso”.
En medio de la angustia la víctima indicó: “Nadie vino. A mí me preocupaban mis hijas y por supuesto la más grande que se agarró un estado de nervios que no me va al baño sola”, e insistió con que “nadie vino. No vino un policía a mi casa a ver si estaba todo bien, no me mandaron una ambulancia, nada. Yo en mi casa tengo un galpón lleno de herramientas, tengo hachas y cuchillos por todos lados, si hubiese pensado el hombre capaz que todavía estábamos acá, porque si nadie se enteró, hasta ahora capaz que estaba acá adentro con el muchacho tratando de sacarse las esposas todavía porque acá nadie vino hasta el día de hoy”.
“De mi casa –el delincuente- salió por su propio pie, no entró la policía, la policía lo agarró a las dos cuadras”.
Para concluir la víctima dijo: “Yo anoche no pude dormir, me dormí a las 4 de la mañana porque me ganó el cansancio, pero cada media hora me estaba despertando del susto”.
A modo de anécdota y como si de un souvenir del desagradable momento vivido se tratara, en la casa de la mujer aún están los championes del recluso, que por todos los medios procuró darse a la fuga, poniendo en vilo a San José de Mayo.