El presidente de la AMSJ entiende que la solución a ese problema social “remite a la educación en valores tanto a nivel familiar como curricular”, pero alerta que“para esta pandemia quizás sea demasiado tarde”.
El Dr. Baltasar Aguilar, presidente de la Asociación Médica de San José, volvió a reflexionar en sus redes sociales sobre la pandemia de COVID-19:
“Existe inquietud por los desacatos y desafíos a la normativa vigente sobre prevención de contagios en esta pandemia.
Sin embargo creo que está muy claro. No sé qué es lo que no se entiende. Y hay que hacer un esfuerzo para entender antes de atacar o culpar o agraviar.
Las personas tenemos puntos ciegos no solo en nuestro campo visual sino también en nuestra mente. Todos tenemos puntos ciegos no activados, como los que nos impiden ver correctamente determinados espacios cuando conducimos un vehículo.
Hay textos, declaraciones, sugerencias… que no se entienden porque, como decía Jorge Luis Borges, toda palabra requiere, para ser comprendida, una experiencia compartida. Borges decía que la dulzura que acompañaba a la sensación soñada de la muerte inminente era incomunicable porque nadie había compartido esa experiencia.
Si hablas de empatía y solidaridad a quienes, como decía Bauman, padecen una especie de ceguera moral, no te entenderán…
Así de sencillo. Si la carencia de valores es el centro de la vida de ciertas personas, será difícil que entiendan los mensajes destinados a cuidar a otros. Tienen ceguera moral, no han tenido una experiencia significativa que abarque esas dimensiones y por lo tanto ese particular lenguaje no forma parte de su vida y les resulta ininteligible…
¿Solidaridad? ¿Empatía?
El asunto, complejo si los hay, no se arregla perfeccionando la comunicación y menos aún con números y gráficas. La pandemia se viene analizando con números, gráficos y colores. Nadie se reconoce como un número o como una barra de una gráfica. Allí ni siquiera se buscan, no nos buscamos porque saben, sabemos que eso no nos refleja. Hasta que nos toca vivir la experiencia del CTI o de la muerte. Es la vivencia, no el número lo que nos identifica.
¿Es necesario entonces que tengamos un muerto en el dormitorio para entender lo que nos pasa? No necesariamente.
La superficialidad y falta de sensibilidad en la vida moderna es un campo propicio para ubicar a nuestros actos en un punto ciego que impida el juicio moral, lejos del eje moral/inmoral. Tratamos de que nuestros actos sean estúpidamente neutros (Bauman).
El centro de la cuestión es la creación de valores a través de la teoría y la vivencia de la solidaridad y la empatía, y no sólo a través de unos renglones de un texto. El origen del problema -y de la solución-, está mucho antes del mensaje y remite a la educación en valores tanto a nivel familiar como curricular. Para esta pandemia quizás sea demasiado tarde”.