El célebre medio le advirtió que junto a su gobierno estará en juego un “modelo” regional” sobre “cómo vivir sin polarización”.Uruguay no es un país de extremos. Mantiene una condición inusual en América Latina, una región con múltiples crisis políticas y sociales y tentaciones autoritarias.
Y la mayor promesa que pueda efectuar el presidente electo, Luis Lacalle Pou, cuando asuma el gobierno en marzo de 2020, es resguardar esa tradición de moderación y diálogo.
Así lo remarcó este martes una nota divulgada por The New York Times, en la que el célebre diario estadounidense, desde su título, hace un pedido concreto: “no perdamos este Uruguay”.
La nota fue elaborada por Silvia Colombia, una periodista brasileña que además es corresponsal para América Latina de Folha de Sao Paulo.
Recuerda haber visto en Montevideo, poco antes de la segunda electoral, banderas de distintos partidos políticos ondeando juntas en la Rambla. Entre ellas de la un joven que gritaba: “no perdamos este país”.
Un país en que, resalta la nota, políticos y ciudadanos han hecho un “pacto de conciliación y avances progresistas, sin importar el bando”, que llena de entusiasmo al resto de la región.
Colombo, que ha cubierto las alternativas de América Latina en los últimos 20 años, define como “esperanzadora” esa “excepcionalidad” uruguaya.
De allí que, reafirma, Lacalle Pou deberá escuchar, durante su gobierno, a la voz anónima de ese joven que le pide no perder esa histórica falta de polarización.
Es justo lo que viene haciendo el país, resalta la columnista, a través de la “transición ejemplar” que se está procesando entre el gobierno saliente y el entrante.
De una “centroizquierda moderada”, responsable en sus medidas económicas y que nunca se alineó a proyectos más radicales como los de Venezuela, se pasará a una “centroderecha que no necesita hacer grandes reformas ni tiene arrebatos autoritarios”, como Brasil.
Colombo subrayó a su vez el hecho de que, pese a la poca diferencia de votos con la que triunfó Lacalle Pou, ningún sector político puso en duda el resultado.
“Y es que el extremismo aún no tiene espacio en Uruguay, porque hay algo crucial que el resto de la región debe tomar como modelo: entre las distintas fuerzas políticas hay consenso sobre el valor de la democracia”.
La nota apunta que el Frente Amplio había dejado en claro la importancia de la alternancia en un sistema democrático.
También que Lacalle Pou prometió no dar marcha atrás en los avances en derechos civiles, como el matrimonio igualitario.
Colombo describe al presidente electo como un “clásico político uruguayo”: vinculado a un “clan familiar influyente”, hijo de un ex presidente y perteneciente a un partido tradicional que siempre actuó conforme a la cultura política local: respeto a la ley, al protocolo y a sus adversarios.
Eso no significa, recuerda, que tendrá una gobernabilidad fácil. Es que, para asegurar su victoria, tuvo que aliarse a otros cuatro partidos, con los que tendrá que negociar y hacer concesiones. Una alianza que deberá conservar si quiere mantener la mayoría parlamentaria hasta el final.
Pero ese, afirma la nota, no será su principal problema.
Para The New York Times Cabildo Abierto, uno de los integrantes de esa alianza, “ha estado amenazando la tradición uruguaya de moderación”.
Se informa que su líder es Guido Manini Ríos, un general retirado que “ha empleado un discurso parecido al del presidente de Brasil, Jair Bolsonaro”.
Para el diario estadounidense, Manini “habla en términos nacionalistas, considera que los refugiados venezolanos tienen demasiados beneficios y ha prometido reforzar la seguridad y proteger los valores familiares”, ante lo cual “está en contra de la legalización de la marihuana y del aborto”.
Así, en medio de un continente que tiende cada vez más a la polarización, Lacalle tendrá que mantener la armonía de los cinco partidos de su coalición, conservar el diálogo con la nueva oposición y “moderar las posturas extremistas de Manini Ríos”.
Para Colombo, no será del todo sencillo. Es que, según explicó, el presidente electo no había ocupado, hasta ahora, ningún cargo administrativo de importancia.
Además, deberá enfrentarse a un problema de seguridad que ha inquietado a los votantes, con un aumento considerable de robos y secuestros y un índice de homicidio que superó los récords históricos. /Fuente: Ecos
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