Los niños y adolescentes menores de 14 años son las principales víctimas.
La Diaria publicó este jueves: Investigadores del Departamento de Biociencias Veterinarias, el Departamento de Salud Pública Veterinaria y el Departamento de Ciencias Sociales de la Facultad de Veterinaria (todos de la Universidad de la República, Udelar), más integrantes de la Unidad de Zoonosis y Vectores del Ministerio de Salud Pública y del College of Veterinary Medicine de la Universidad Estatal NC de Carolina del Norte (Estados Unidos), acaban de publicar el primer trabajo epidemiológico sobre mordidas de perros en Uruguay, parte de una línea mayor que está desenredando nuevas madejas de un lío que nos urge resolver.
Entre 2010 y 2020 hubo 31.634 notificaciones de mordidas de perros en Uruguay, lo que representa una tasa promedio anual de 87,51 lastimaduras cada 100.000 personas en el país. Es una cifra relevante y un “importante problema de salud pública en el país”, aunque ocupa un puesto intermedio a nivel global si se analizan trabajos similares.
El número es menor que el reportado en estudios en América del Norte y Oceanía, similar al de algunos trabajos realizados en Asia y está tanto por debajo como por arriba de estudios hechos en países europeos (es mayor que el de España, por ejemplo). En cuanto a la región, está a medio camino entre trabajos similares hechos en Chile y en Brasil (bastante más que Chile y menos que Brasil).
“Más allá del lugar que ocupe Uruguay en el mundo, lo importante es que si vos mirás hacia atrás en esos 11 años ves que hay más de 30.000 personas que fueron mordidas en Uruguay. Tenemos un problema”, explica Juan Pablo.
Si vamos al análisis de las variables estudiadas, hay una que no arrojó resultados significativos. En el primer año de pandemia no se registró un incremento en las mordeduras de perros en relación con el promedio, a diferencia de lo estudiado en otros países.
En el artículo resaltan que durante la pandemia la libertad de movimiento no estuvo tan restringida en Uruguay como en otros lugares ni el aislamiento fue tan extremo –circunstancias que pudieron atenuar el contacto de perros y humanos en espacios reducidos– y que además las medidas de control comenzaron en otoño. ¿Qué tendría que ver la estación? Quizá bastante, según se desprende de los resultados.
En Uruguay se reportan más mordeduras de perros en primavera y verano que en otoño e invierno, algo coincidente con estudios hechos en España y Estados Unidos. “Esto es bien marcado año a año, es un patrón general bien claro. La explicación, que es un poco intuitiva, es que en primavera y verano hay mucho más acceso al exterior y es también época de vacaciones. Es probable que en este contexto aumenten las interacciones con animales al aire libre, que terminan en mordeduras”, apunta Juan Pablo.
Sin embargo, lo curioso es que del otro lado de la cordillera, en Chile, se da exactamente al revés: se registran más mordeduras en otoño e invierno. “El motivo de estas diferencias no es claro, pero demuestra que, incluso dentro del mismo continente, los datos no deben extrapolarse de un país a otro”, dice el trabajo.
Con relación al sexo, también hay algunos resultados interesantes. Hay una leve mayoría de hombres mordidos (casi 52%), pero con diferencias un poco más marcadas según la edad. Hay una predominancia clara de los varones en edades más jóvenes (menos de 14 años), una tendencia que se invierte cuando pasamos a categorías de edad por encima de los 25 años.
Estos resultados abren también una puerta para investigar más, vinculada a la forma en que hombres y mujeres se relacionan con los perros según las edades, pero sobre todo dejan en evidencia el principal problema que estamos teniendo en Uruguay con las mordidas de perros: las principales víctimas son niños y adolescentes.
Entrenar humanos más que perros
En su trabajo los investigadores revelan que las mordeduras de perros son “mucho más frecuentes” en Uruguay entre los menores de 14 años que entre quienes superan esta edad, algo en línea con reportes de países como España, Francia, Estados Unidos y Chile.
“El comportamiento de los niños, la falta de comprensión del lenguaje corporal de los perros antes de la agresión y la falta de supervisión adulta son algunas de las razones que podrían explicar la mayor incidencia de mordeduras en este grupo etario”, apunta el artículo.
“Ahí vamos a lo más importante, el hecho de que categorías de edad tan vulnerables sean las más afectadas, algo que se da a nivel global. En otros países se reportó además que las mordeduras también se dan en zonas más sensibles, como la cabeza o la nuca, respecto de lo que ocurre con los adultos, donde hay más afectación de los miembros”, cuenta Juan Pablo.
“Hay que poner foco en entender que el perro, así como el gato, está formando cada vez más parte de la familia, que cada vez hay más intensificación del vínculo y que estamos mucho más tiempo en apartamentos; no es solamente el aire libre donde se dan estas situaciones”, explica.
“Estos datos refuerzan la necesidad de implementar campañas educativas y programas escolares para que niños y adolescentes puedan comprender e interpretar mejor el comportamiento animal, más específicamente el de los perros”, recomienda el estudio.
Para Juan Pablo, los datos muestran que se trata de una medida “urgente” y “prioritaria” porque es una tendencia que se va incrementando en el tiempo. No es la única, pero en momentos en que Uruguay busca alternativas para solucionar los problemas reales de sobrepoblación canina –como la castración obligatoria–, la información ayuda a mostrar que se necesitan al menos varios enfoques complementarios.
“Parte de las agresiones de animales ocurre en la vía pública y parte corresponde a perros conocidos o del hogar, entonces no pasa todo por la sobrepoblación canina, como sí se ve más claramente en los ataques a especies productivas. Dejar de tener perros sueltos en la vía pública no significa que se terminen las mordeduras, de ahí que sea bueno ahondar en una campaña orientada a niños y adolescentes, y también enfocada en la tenencia responsable”, argumenta Juan Pablo.
El artículo concluye que, de acuerdo con estos resultados, una estrategia para prevenir ataques debería incluir programas educativos y preventivos en las escuelas pero también campañas de sensibilización que “promuevan un conocimiento más amplio del comportamiento de los perros e interpretación de las señales corporales, así como una legislación que asegure supervisión adecuada y responsable de la tenencia de perros y la temprana instigación de la socialización de cachorros y entrenamientos de obediencia”.
“Estas estrategias van de la mano del concepto de ‘una salud’ y del reforzamiento del trabajo colaborativo de doctores y veterinarios”, finaliza el trabajo. Puede haber ya legislación o mejorarse, apunta Juan Pablo, pero lo importante es que se cumpla. / Fuente: La Diaria
Las claves del trabajo
- 31.634 mordidas de perros se reportaron entre 2010 y 2020 en Uruguay
- 87,51 mordeduras cada 100.000 habitantes es la tasa uruguaya, menor que la de Brasil pero mucho mayor que la de Chile
- 51,8% de las personas mordidas son hombres, pero el porcentaje es mayor en edades tempranas
- La población más afectada por las mordeduras de perros es la de niños y adolescentes hasta 14 años; la categoría entre 5-9 años acumula más de 15% de los reportes
- 2014 fue el año con más mordeduras reportadas en el período estudiado: 3.416
- La primavera es la estación en la que se producen más mordeduras, seguidas por verano, invierno y otoño