Fue el «cerebro» de una millonaria estafa al FONASA.
Pidió en distintas seccionales capturas y citaciones judiciales. Encontraron varios celulares en su celda del penal de Libertad. Una historia de engaños que comenzó en la adolescencia.
El nuevo caso es relatado hoy por el diario El País y publicado con destaque.
La historia de C.M.F., que hoy tiene 31 años, es un caso muy poco común en la delincuencia uruguaya.
Esta vez hizo entre seis y 10 llamadas desde su celda del Penal de Libertad simulando ser fiscal. Apuntó a varias seccionales de Montevideo e Interior usando varios celulares.
La maniobra fue detectada antes de ejecutar las órdenes, es decir que no se cumplió ninguna por parte de la Policía, señala El País.
Pero ahora el caso es un «dolor de cabeza» para la justicia porque debe articular varios expedientes en uno solo, dada la amplitud y extensión que estaba tomando el intento de engaño a las autoridades.
En un principio, las denuncias de la Policía sobre la actuación del recluso fueron derivadas hacia los fiscales en función de sus jurisdicciones territoriales. Pero actualmente la investigación fue concentrada por la fiscal de Flagrancia de Montevideo, Graciela Peraza.
Según se da cuenta, una de sus primeras llamadas fue a la central telefónica de la Policía a fines de la semana pasada. Se identificó como fiscal y pidió para hablar con una seccional dentro de la jurisdicción de la Zona III (Sayago, Casavalle y b
Fue preciso en su presentación y en las órdenes que impartió a los agentes. Dio el nombre completo del fiscal, su cargo y turno. Y agregó que quería hablar con el segundo a cargo o con un oficial de la comisaría.
Usando otros nombres de fiscales llamó a varias unidades policiales de Montevideo e interior.
Tenía 27 años en 2017 cuando cayó por la megaestafa al Banco de Previsión a través del Fondo Nacional de la Salud. Venía llevando a cabo estas operaciones desde 2011. Tenía unas 300 cédulas falsas en su poder en su casa de Paso Carrasco.
El fraude, que involucraba el delito de intermediación lucrativa, permitió establecer los vínculos del estafador con una red de cómplices, entre quienes estaban integrados de algún modo personal de administración y gerencia vinculado a algunas mutualistas, que esperaban beneficiarse con las afiliaciones conseguidas.
Pese a su juventud era un viejo conocido de la Policía. Sus primeras estafas datan de cuando tenía 15 años.
Demostrar la capacidad para engañar es una compulsión para C.M.F..
En 2019, se supo de la estafa a una barraca por 600.000 pesos también desde la cárcel. Con ese dinero compró materiales de construcción y los «donó» al Instituto Nacional de Rehabilitación.
Fue procesado por última vez imputado de siete delitos de estafa contra clientes del Banco República, aunque se estima que podrían ascender a 15 las maniobras realizadas.
El joven accedía a las cuentas bancarias de los usuarios y con el PIN generaba transferencias de miles y miles de pesos a la cuenta de su hermana en otro banco de plaza. / Subrayado, El País