La reseña del libro es un aporte de Santiago Díaz para San José Ahora.
Ese fuerte viento que sopla
Permítanme la posibilidad de extenderme en esta reseña, no por virtud, sino para dar un marco mayor al impacto del autor. Hay solo dos cosas en mi vida que entiendo soy incondicional, por no decir fanático, que me suena desmedido; por un lado Jorge Luis Borges y su obra, por otro, Queen. Dentro de este último mi álbum favorito es Queen II, álbum que contiene The Fairy Feller’s Master-Stroke (si no la han escuchado pierdan 2:41 minutos para ganar un tema increíble), esta canción está basada en la pintura homónima de Richard Dadd y esta pintura fue la cubierta del libro Fantastes de Geroge MacDonald, así que cuando tuve la posibilidad de leer algo de este autor me precipité sobre sus hojas.
Un dato extra y seguramente no menor, el autor de “Más allá del Viento del Norte”, es considerado el mentor de Lewis Carroll (las semejanzas oníricas entre este libro y Alicia en el país son marcadas) e inspiración de C.S Lewis y el señor Tolkien.
Pero sin más rodeos, demos paso al libro, entiendo que este es un libro al cual un lector puede acercarse de dos formas distintas, por un lado, no deja de ser un cuento de hadas, un fairytale victoriano infantil, donde un interlocutor, en principio desconocido, narra la vida y encuentros de un especial niño llamado Diamante.
Por otro lado, en un nivel más transversal de la obra, podemos acercarnos a esta desde la semiótica desbordante que el autor nos ofrece, actos de apariencia inocentes, en una lectura más suspicaz nos deja migajas de una historia más profunda, más íntima y seguramente más melancólica.
Es una obra con un velo onírico permanente, donde nuestro protagonista flotará mansamente entre lo real y lo aparentemente fantástico, donde los secretos de lo que se encuentra Más allá del Viento del Norte le serán revelados. Este antropomorfo Viento del Norte es representado con forma femenina y será dotadas de un cometido por momentos implacable pero también maternales. Es en esta relación donde el lector encontrará lo más destacable del libro donde Viento del Norte, como un Virgilio onírico, acompañará a Diamante durante sus travesías, travesías que irán dejando al lector divagando sobre el propósito de los seres, y su relación con el bien y el mal tal como lo interpretamos o percibimos.
Debo admitir que al ir desarrollándose la historia pude reconocerme angustiado en más de una oportunidad. Es por momentos enternecedor y violento el encontrar un personaje dotado de una visión tan peculiar, inocente, pura que le hace actuar y aproximarse al mundo de una forma mucho más divina que terrenal. Lo irónico de este actuar es que muchas veces, nuestro protagonista es considerado un tanto “lento” por aquellos que lo rodean.
En resumen es un libro maravilloso, ya sea este leído como una parábola infantil o como una historia para todos los adultos que aún puedan leer en un relato de apariencia simple un mensaje de melancólica victoria.
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