La última fiebre de las redes sociales, impulsada por OpenAI, tiene simpatizantes y detractores.
El pasado 25 de marzo, la empresa de tecnología OpenAI anunció la primera actualización importante en más de un año de su famoso chatbot de inteligencia artificial. Se trata de «Images in ChatGPT», una función que permite a los usuarios generar y modificar imágenes directamente dentro del bot conversacional, con instrucciones escritas.
Hasta ahora, la generación de gráficos dependía de DALL-E, un sistema independiente. Sin embargo, la nueva versión, ChatGPT-4o, ha integrado estas capacidades, lo que supone una evolución clave. “Es una tecnología completamente nueva debajo del capó”, explicó Gabriel Goh, investigador de OpenAI, en declaraciones a The New York Times.
El fenómeno de la «ghiblificación» y la controversia
Apenas un día después del lanzamiento, la función se viralizó en redes sociales, especialmente en la plataforma X (Twitter), con un uso recurrente: convertir fotografías en imágenes al estilo de Studio Ghibli, el famoso estudio de animación japonés.
El fenómeno alcanzó tal magnitud que incluso la Casa Blanca y las Fuerzas de Defensa de Israel utilizaron la herramienta para crear versiones estilizadas de eventos actuales, lo que desató una fuerte polémica.
Según The Verge, la tendencia de utilizar estilos visuales amigables para representar temas serios ha generado críticas. “El adorable filtro Ghibli y la campaña de la Casa Blanca empezaron a verse, de alguna manera, hechas el uno para la otra”, señaló Adi Robertson en el medio especializado.
La controversia no se limita al ámbito político. Más de 10.000 artistas han expresado su preocupación por la IA generativa y su impacto en la creatividad. En 2024, firmaron una carta pública denunciando que el entrenamiento de estos modelos se realiza sin licencia sobre obras protegidas por derechos de autor. Incluso The New York Times demandó a OpenAI por el uso indebido de sus artículos en el entrenamiento del modelo.
Miyazaki y la ética de la IA
El debate tomó un giro aún más significativo cuando resurgieron declaraciones del legendario director japonés Hayao Miyazaki, cofundador de Studio Ghibli. En un documental de 2016, tras ver una animación creada por IA, Miyazaki expresó:
«Estoy profundamente disgustado… Siento que esto es un insulto a la vida misma».
En redes sociales, el artista Matías Bergara también se sumó a las críticas: «Usar una IA para crear arte es como pedirle a un software que ame a alguien por vos».
El impacto energético de la IA generativa
El auge de esta tecnología no solo ha generado debates éticos y artísticos, sino también ambientales. OpenAI ha enfrentado problemas de infraestructura debido al alto consumo energético de su sistema. Sam Altman, CEO de la compañía, reconoció en X:
«Nuestros procesadores se están derritiendo».
En este contexto, Microsoft reabrió la planta nuclear de Three Mile Island para abastecer sus servidores, una decisión que ha vuelto a poner en discusión el impacto ambiental de la IA. Un estudio reciente advirtió que, para 2027, el consumo eléctrico de estas tecnologías podría igualar al de Países Bajos.
Mientras tanto, Studio Ghibli sigue triunfando
Paradójicamente, mientras OpenAI enfrenta críticas por el uso de su estilo, Studio Ghibli ha logrado un éxito inesperado. Durante el último fin de semana, el reestreno en salas IMAX de La princesa Mononoke recaudó casi cuatro millones de dólares, demostrando que la animación tradicional sigue cautivando al público.
La evolución de la inteligencia artificial avanza a pasos agigantados, pero el debate sobre su impacto en la creatividad y la ética continúa abierto.