El periodista especializado en cultura, Diego Maga, cuestionó el accionar de algunas autoridades departamentales.
Durante más de dos décadas, la «Estela a los Forjadores de Nuestra Cultura» fue víctima de vandalismo, robos y un abandono sistemático por parte de las autoridades. Pese a los insistentes reclamos de la comunidad y los medios de comunicación, ningún gobierno departamental actuó con decisión para restaurarla. En una crítica contundente, el periodista especializado en cultura Diego Maga señalaó que varios intendentes, directores de cultura y comisiones de patrimonio ignoraron el problema o hicieron muy poco para solucionarlo, permitiendo que este símbolo de la identidad maragata se deteriorara año tras año.
A continuación, el texto completo publicado por el comunicador:
𝙋𝙖𝙩𝙧𝙞𝙢𝙤𝙣𝙞𝙤 𝙙𝙚 𝙩𝙤𝙙𝙤𝙨, 𝙘𝙤𝙢𝙥𝙧𝙤𝙢𝙞𝙨𝙤 𝙙𝙚 𝙥𝙤𝙘𝙤𝙨: 𝙩𝙧𝙖𝙨 𝙙𝙚́𝙘𝙖𝙙𝙖𝙨 𝙙𝙚 𝙙𝙚𝙨𝙞𝙙𝙞𝙖 𝙨𝙚 𝙧𝙚𝙞𝙣𝙖𝙪𝙜𝙪𝙧𝙤́ 𝙡𝙖 “𝙀𝙨𝙩𝙚𝙡𝙖 𝙖 𝙡𝙤𝙨 𝙁𝙤𝙧𝙟𝙖𝙙𝙤𝙧𝙚𝙨 𝙙𝙚 𝙉𝙪𝙚𝙨𝙩𝙧𝙖 𝘾𝙪𝙡𝙩𝙪𝙧𝙖”
Por Diego Sebastián Maga
Previo a la ceremonia del viernes, charlando con Jorge Gutiérrez, hubo una palabra recurrente: “desidia”. El periodista fue uno de los promotores de lo sucedido y encontró en la Agrupación de Amigos del Patrimonio (conformada a mediados del año pasado), la receptividad e interés necesarios para esta clase de inquietudes. Justamente esa fue la motivación fundacional de AGAMPA: generar una entidad independiente que despertara conciencias y sensibilidades en torno a la temática patrimonial y, con dedicación, apertura y trabajo, demostrara lo poco y mal que se venía haciendo en estos asuntos y, sobre todo, en aquellos que exigen soluciones desde hace mucho tiempo. Una convicción que no sólo apunta a visibilizar el problema sino evidenciar –desde la gestión, cooperación e investigación- que es posible encontrar soluciones inmediatas.
La “Estela a los Forjadores de Nuestra Cultura” es uno de esos casos que en el departamento rompía los ojos y revelaba –abiertamente- que las inquietudes patrimoniales suelen ignorarse, tratarse tardíamente o bien, conversarse o denunciarse, sin llegar al paso siguiente y decisivo de accionar a favor de ellas. Dicho de un modo más claro: lo patrimonial no es prioridad.
Si durante al menos veinte años la vandalización y el robo de placas de la “Estela” fue el reclamo insistente de la comunidad y los medios de comunicación y no se hizo nada, es claro que quienes tienen que escuchar y hacer algo con eso, mostraron la más absoluta de las indiferencias. Sea por desinterés o inacción (o ambas cosas a la vez), lo cierto es que pasaron varios intendentes, directores de cultura y educación, comisiones departamentales de patrimonio y nadie hizo nada… o si hizo fue muy poco como para cambiar las cosas.
Que un grupo de artistas, gestores culturales, comunicadores, docentes y ciudadanos en general se uniera y desde AGAMPA hiciera lo que desde esferas gubernamentales no se hizo (unir gente y laburar), es la prueba irrefutable de que antes sobró “desidia” y faltó “voluntad”. O sea, los “forjadores de la cultura” y su legado son un orgullo de todos pero su preservación y visibilización, es preocupación y tarea de unos pocos… Y, generalmente, de quienes uno supone que tienen menos recursos y cargos jerárquicos como para hacer algo al respecto.
Por estos días tendremos muchos figurando en las fotos y en los videos de la reinauguración de ese “espacio de memoria” ubicado en la Plaza Zorrilla pero lo cierto es que si todos aquellos que siempre están tan presentes en los actos o la oratoria, estuvieran así de activos en las gestiones que no se ven y en escuchar los reclamos de la comunidad, la “Estela” no hubiera sufrido más de veinte años de robos, roturas y abandono. Poco importa el discurso final sin la iniciativa original de atender algunos asuntos que –como éste- fueron motivo de sucesivos reclamos de vecinos, periodistas y ediles.
Dos décadas de una realidad tan anómala es tiempo más que suficiente para que algún funcionario con poder de decisión y ejecución, pusiera manos a la obra y dijera “cambiemos esto”. Pero no. Esa actitud proactiva vino por otro lado (reuniéndose, investigando, haciendo contactos e involucrando personas con datos e insumos valiosos) y al fin es la razón de que se repusieran las 22 placas de la “Estela”: esto exigió –incluso- rescatar del olvido algunos nombres (luego de tantos robos, no se tenía ni siquiera conocimiento del listado original de los homenajeados) para evitar incurrir en omisiones en cuanto a las personas e instituciones que allí figuran y sus correspondientes historias y aportes a la comunidad.
Con la presencia de familiares y amigos de quienes recuperaron su lugar en el recuerdo y la cultura, AGAMPA inició una nueva era para la “Estela a los Forjadores de Nuestra Cultura” y esperemos también que una nueva era de compromiso para con el patrimonio y sus hacedores.
Colocando iluminación y anexando un código QR a cada placa (quienes la escanean con el celular acceden a una breve biografía del “forjador” en cuestión), la ciudadanía dispone ahora de un sitio de reflexión, inspiración, conocimiento y sentido de pertenencia. De aquí en más la barriada y la ciudad harán lo suyo por cuidarlo y serán las autoridades las encargadas de impedir que vuelvan a ganar su batalla los que no hicieron otra cosa que destruir la “Estela”. Esto es: tomar medidas de seguridad o restituir con celeridad lo que se rompa o robe (ya no hay excusas para no hacerlo, se reconstruyó la lista completa).
Por último, queda pendiente la necesidad de establecer un protocolo para futuros homenajeados, un procedimiento que hasta ahora no existe. Desde 1988 (ese año se inauguró -tras gestarse en la sociedad civil- por impulso del grupo literario “Hermana Cecilia”) al presente, nadie planteó la creación de una comisión en la Junta Departamental o donde sea para recibir, analizar y aprobar planteos de nuevos “forjadores de la cultura”.
Pasaron 37 años para que la desmemoria y el abandono cedieran ante el recuerdo y la diligencia. Ahora los ciudadanos de San José sabemos quiénes están ahí, por qué están ahí y cuál es la razón de que no sean robados de nuestra memoria, cultura e identidad. Esperemos que Francisco “Paco” Espínola; Elia Caputi de Corbacho; Wenceslao Varela; la Prensa Oral y Escrita; Dardo Salguero Dela Hanty; César Bernasconi Tappa; Antonio Hernández; Blas de Nobar (Jesús Herbón); Alberto Ulián; Hugo María “Facha” Ruiz; Rotary Club San José; Josefina Massaia; Raúl Sguilla Martí, “Tatita”; Mario Giampietro; Ariel Riva; Gladys Moreira de Rojas; Daniel Ramela; Hugo Nantes; Carlos Lacava Berardi; Heber Riguetti; Omar Gutiérrez y Abel Soria hayan vuelto para quedarse, por siempre.