“Qué pena más grande me dan los deja vu cada vez que se acerca un 8 de marzo”, reflexionó Cecilia Reyes Schettini.
Cada año, en la antesala del 8 de marzo, resurgen los mismos debates, los mismos ataques y los mismos discursos en redes sociales. La comunicadora maragata Cecilia Reyes Schettini reflexionó sobre esta realidad en un texto contundente, dirigido a quienes critican el feminismo sin comprender su trasfondo. Con un tono directo y sin rodeos, expone la violencia simbólica y los prejuicios que aún persisten, al tiempo que reafirma la importancia de la lucha por la igualdad. A continuación, su mensaje completo:
DE CARA A UN NUEVO 8M:
Qué pena más grande me dan los deja vu cada vez que se acerca un 8 de marzo.
Ver fotos de los colectivos feministas en redes sociales y mantener la absurda esperanza de abrir los comentarios y no encontrar agravios. Pero los veo, porque en efecto están y abundan. Entonces me nace una irrefrenable necesidad de hablarte a vos.
A vos, que una mágica inspiración “Becqueriana” te baja de repente, autoproclamándote con el derecho absoluto de faltarle el respeto a esas mujeres, sin conocer una sola de las huellas que han sembrado su camino.
A vos, que te sentís herido en tu troglodismo ancestral, creyendo que “esas mujeres” pierden tiempo reuniéndose, en vez de “arrancar para las 8 horas”, olvidándote que fueron, son y serán las únicas que plantan cara a la perversa desidia. Esa misma cara que, creeme, no querrás ver nunca marchando con un cartel que tenga la foto de tu hija, de tu hermana o tu sobrina.
A vos, la de la frase “a mí no me representan”, que pensás que la sororidad se cultiva en esos ratos en los que adormeces tu pobre y conformista vida junto a otras de tu misma calaña, hablando de los kilos de fulana, del casting sábana de mengana o de la “familia rara” de perengana. Toda esa envidia que destilás, guardala en un frasquito, con suerte mañana ayude a encontrar el antídoto.

A vos, Afrodita tercermundista, que asegurás que están “mal atendidas”. Claro que están mal atendidas, como vos, como yo, como todos. Porque vivimos en un país que nos “mal atiende”, o de plano ni nos atiende. ¿Sabés quién fue mal atendida? Milagros Chamorro, ¿te suena? Las más de 20 mujeres que perdieron la vida el año pasado, víctimas de la violencia de género; los 16 uruguayos que se su*cidan cada semana, tan invisibles que irónicamente tengo que evitar escribir la palabra completa para que no me censuren.
Todos esos compatriotas también fueron “mal atendidos”. Y te aseguro, corazón, que la solución no está en ninguna de tus ideas falocentristas.
Y así podría seguir páginas y más páginas. Pero, cuanto más escribo mayor es la sensación de asco y repulsión. En este pandemónium, donde los odiadores compulsivos se pasean sin medir consecuencias, no queda más que mirar hacia adelante, al futuro.
Ese futuro donde habitan las nuevas generaciones, paridas desde la empatía y el beneficio de la conciencia de alteridad. Donde no todo es perfecto, porque la vida misma carece de ese adjetivo, pero el mirar hacia el costado es sinónimo de conmiseración y cordialidad. Donde se remplazan los dedos acusatorios por manos gentiles que tiendan puentes.
Futura generación, confío en vos. Y en que tus actos y palabras harán de mis deja vu un opaco recuerdo, donde todo tiempo pasado fue peor.