La labor se retomará luego de 22 años; en aquel entonces la exploración del espacio subterráneo quedó trunca.
- Por César Reyes
La publicación en San José Ahora de la nota titulada “¿Hay túneles en la ciudad de San José de Mayo? Algunos vecinos afirman que sí”, despertó el interés de miles de maragatos, entre ellos el de Gustavo Cornelius, actual presidente del Club Fraternidad.
Precisamente fue en “el Fraternidad” que en el año 2002 quedó al descubierto un hueco que dejó ver una importante estructura subterránea. Cornelius, que pudo apreciarla en parte, la describió como “un aljibe con escalera, es muy raro (…) vi que había una escalera que subía hacia una puerta que estaba tapeada abajo. Me quedé con esa imagen”, indicó. Agregó que “sería interesante ver ese tema ahí abajo, a qué se debe”.
Por todo lo antes mencionado fue que el lunes les propuso a sus compañeros de directiva retomar, después de 22 años, las labores de limpieza de lo que para muchos sería un salón. El voto de la directiva fue afirmativo, por lo que “a corto plazo” se comenzaría con las labores que arrojarán resultados clave para determinar qué hay debajo del histórico edificio. Actualmente se está solicitando presupuesto para determinar quién ejecutará el trabajo.
- Hallazgo en el Club Fraternidad
A finales de mayo e inicios de junio del año 2002 la comunidad josefina se vio convulsionada ante un hallazgo realizado en el Club Fraternidad, ubicado sobre calle 18 de julio a pocos metros de la Plaza de los Treinta y Tres Orientales. En aquel entonces el periodista Pablo Fernández, que participó activamente en la investigación, publicó en el diario Primera Hora: “Hallazgo: descubrieron un extraño salón bajo los cimientos del Club Fraternidad. Bajo la antigua edificación del Club Fraternidad se descubrió un extraño salón de grandes dimensiones y peculiares características”. El artículo proseguía en los siguientes términos: “El interés de Hugo Campiño, secundado por el presidente del Club, Gabriel Rodríguez, en romper el parte del piso, se fundamentó en relatos de viejos funcionarios de la institución, que aseguraban conocer recintos subterráneos, pero hace varios meses surgió un detalle que dio mayor impulso a la idea de ´buscar´. A principios de este año debió removerse para refacciones, un pequeño fragmento de piso del patio. Tras picar el hormigón, se descubrió una marca que llamó la atención y aumentó la curiosidad: bajo un fragmento de hormigón, se encontró la marca de una huella de zapato, en cuyo talón se había estampado una cruz. Para Campiño no hubo dudas en que esa era una señal que se relacionaba con los relatos. Incluso, previo a romper el lugar ´marcado´ se trató de recoger detalles concretos de las características de los salones bajo tierra que algunas personas aseguraban conocer. Los testimonios hablaban de dos salones bajo tierra, a los cuales se ingresaba donde actualmente están ubicados los baños de hombres, cruzando una amplia escalera con barandas hacia un salón circular y desde ese a otro, de forma rectangular, y que estaba parcialmente revestido de azulejos. Cuando se abrió sobre la ´huella´, se descubrió, a través de un pequeño orificio de 20 centímetros de diámetro que abajo había un sector amplio y que estaba totalmente lleno de agua”.
La crónica señala además que, imágenes capturadas por el equipo periodístico dejaban ver “un sector circular, lleno de agua y con abundantes desperdicios flotando. Inicialmente se pensó que se trataba de un aljibe, aunque no hay registros de su existencia y algunos recopiladores históricos niegan que haya existido uno. Día a día se siguió fotografiando a través del pequeño agujero y tras jornadas de abundantes lluvias, el nivel del agua comenzó a descender. Una semana más tarde quedó a flor de agua una pequeña oquedad, que terminó por descubrir una arcada. En ese momento se decidió agrandar el hueco para acceder al lugar. También se buscó colaboración y asesoramiento del destacamento de Bomberos, quienes procedieron a retirar el agua. La tarea demandó el trabajo durante varios días y con una bomba se extrajeron decenas de miles de litros de agua”.
Se describe también que “el salón tiene una forma circular, con el techo en bóveda, con paredes revocadas, y cuando el agua desalojó la arcada que está a unos tres metros bajo el nivel del piso, un amplio barandal precedió a una rústica escalera que desciende hasta los escombros y agua acumulados aún en el fondo. Por cuestiones de seguridad sólo un reducido grupo de personas han tenido acceso al recinto.” En otro pasaje del texto se indica que “el salón muestra un diámetro de cinco metros y una profundidad cercana a los seis. El orificio de acceso, al apreciarse desde el interior, muestra una estructura similar al brocal de un aljibe. Sin embargo, la presencia de la escalera que cruza el salón en forma oblicua descartó que se trate de un pozo de agua.”