Los blancos volvieron a verse las caras tras las elecciones y las heridas abiertas que dejó la resolución de la fórmula.
Sobre las diez de la noche del domingo 30, Álvaro Delgado hizo tres llamadas. Una a Laura Raffo, otra a Jorge Gandini y una tercera a Luis Lacalle Pou. Les comunicó que había decidido que Valeria Ripoll iba a ser su compañera de fórmula porque los votos le habían dado el margen suficiente para tomar resoluciones propias.
La decisión no cayó del todo bien en Raffo y Gandini, que debieron acatar, no pudieron evitar poner alguna cara larga y simularon una sonrisa en el directorio del Partido Nacional, donde el ganador anunció que iba a hacer una arriesgada jugada en base a olfato y datos.
A más de 72 horas de esa decisión, en la que fue su última reunión antes de irse de vacaciones, Delgado recibió a Raffo en la sede de su campaña en bulevar Artigas y Chaná, un lugar más que conocido por la economista ya que allí también tuvo su comando cuando fue candidata a la Intendencia de Montevideo.
Fue un mano a mano de apenas más de una hora entre ambos, definido como «muy necesario» por la líder de Sumar en el que acordaron «coordinar políticamente» en la campaña del Partido Nacional, según supo El Observador por fuentes al tanto de lo conversado.
«Nos reunimos para hablar sobre la unidad y el trabajo a futuro (…) más blanca que nunca voy a defender nuestros valores nacionalistas», escribió Raffo en su cuenta de Twitter junto a una foto de ambos.
Tras el encuentro, la dirigente –la única de los dos que habló– dio una breve rueda de prensa en la que con gesto adusto indicó que seguirían «transitando juntos». «No estamos acá para cargos, para ocupar sillones. Estamos acá para trabajar por la gente», agregó.
Respecto a la decisión de nominar a Ripoll, Raffo se limitó a señalar que Delgado la había llamado para comunicarle «con los resultados a la vista lo que había resuelto». «Hablé con nuestro equipo, cada uno tuvo sus opiniones pero lo que primó fue la unidad», zanjó.
El 20% de Raffo
Aunque Delgado y Raffo han evitado hacer menciones precisas, diversas fuentes políticas relataron a El Observador que había un acuerdo tácito respecto al porcentaje de votación que transformaba a la economista en su compañera de fórmula.
En esas conversaciones estaba planteado que la líder de Sumar debía votar por encima del 20% para ir como vicepresidenta. En caso de no lograrlo, el hoy candidato quedaba con las manos libres para elegir.
El establecimiento de ese umbral fue lo que demoró el domingo la definición de la fórmula. A las 20.30, la primera proyección de la Usina de Percepción Ciudadana le dio un 18% a la economista, una cifra que fue corrigiéndose al alza con el paso de los minutos.
En el comando de Delgado preveían que la resolución se tomara cuando la Corte Electoral llegara al 10% del escrutinio, pero el tiempo se extendió porque el equipo de Raffo pidió esperar un poco más. La economista había incrementado su porcentaje de votación y tenía la expectativa de superar el 20% con los votos de Montevideo.
Como se sabe, eso finalmente no sucedió –terminó teniendo un 19,2% sobre los 74,4% de su competidor– y el exsecretario de la Presidencia decidió ejecutar su otro plan. Fue entonces que convocó a su comando político (Beatriz Argimón, José Luis Falero, Martín Lema y Javier García) para comunicarles que la idea de la que les había hablado previamente era Valeria Ripoll.
Aunque sabía que su nombre había sido medido ante la opinión pública, la exdirigente de Adeom también se enteró ese día, tal como contó en varias entrevistas. Delgado se lo propuso y aceptó, dijo ella en los últimos días.
Tras esa comunicación, la dirigente salió de la sala donde estaba el candidato y llegó a saludar –como venía haciendo– desde el balcón del primer piso hacia la planta baja en la que había unos pocos militantes y mucha prensa. Luego, bajó las escaleras y se fue de la mano de Beatriz Argimón hacia el directorio del Partido Nacional, tal como narró El Observador el lunes.
Que Raffo haya quedado arañando el 20% dejó heridas abiertas en el Herrerismo, que entienden que el número era simbólico y no debía respetarse a rajatabla. La molestia pudo verse en las caras pero oírse también en comentarios privados que hicieron esa misma noche tras el anuncio de Delgado en la Plaza Matriz y hasta en abucheos notorios tras el anuncio del candidato.
Críticas públicas
El coordinador de los equipos económicos de Raffo, Gonzalo Baroni, evidenció las discrepancias poco después, cuando dijo –en Instagram– que no era cierto que había habido muchos más gritos favorables que abucheos, como dijo Ripoll.
La otra que criticó la designación de la exsindicalista fue Gabriela Fossati, que lideró Alianza Nacional en Montevideo. La exfiscal terminó renunciando este jueves al Partido Nacional tras sumarse hace menos de un año.
«Acabo de renunciar al Partido Nacional. No todo vale. Los principios por sobre todo. Conozco muy bien las estrategias de los comunistas y gremialistas. Se infiltran y destruyen. Conquistan con facilidad”, escribió en un hilo en Twitter que sorprendió a todos los blancos.
Delgado calificó la decisión con una breve frase: «la libertad es libre». Raffo, en tanto, la lamentó, dijo que era «personal» y que no había tenido «oportunidad» de hablar con ella.
Otros molestos
Sin ser del Herrerismo, y habiendo apoyado a Delgado, uno de los pocos que dijo públicamente que no estaba de acuerdo con la definición fue Sebastián Da Silva, dirigente clave de la lista 40.
La posición fue compartida por el senador Sergio Botana, aliado a través del Espacio País, un grupo que se transformó en la segunda fuerza de los blancos. Sin embargo, el líder de toda la alianza, Javier García, apoyó la designación de Ripoll.
A partir de llamadas a decenas de dirigentes, El Observador confirmó que también se expresaron diferencias en los otros grupos del paraguas que impulsaba a Delgado: Aire Fresco, Futuro Nacional y D’Centro, aunque los tres cerraron filas y no mostraron fisuras públicas.
Tras la reunión de este jueves, los blancos esperan que el descanso de Delgado (que comenzará este viernes) y los posicionamientos que vaya construyendo Ripoll permitan calmar las aguas, sabiendo que la decisión fue “arriesgada” y que –más allá de la campaña– el 10 de agosto tienen una convención en la que el viraje a las cuchillas estará a la orden del día.