Dirigió la icónica murga de niños “Los Payasos Alegres” e integró una de las familias más destacadas del departamento josefino vinculadas al mundo de las murgas.
En las últimas horas falleció Sara Delia Domato Cicilia. “Sarita”, como la conocían popularmente, fue directora de la icónica murga de niños “Los Payasos Alegres”. También fue esposa del recordado periodista y letrista de murgas, Carlos Lacava Berardi, y madre de dos de los mejores directores de murga de la historia del Carnaval uruguayo, Raúl y “Fito” Lacava, además del productor Roberto Lacava.
Con motivo de su desaparición física el comunicador y también carnavalero Néstor Bentaberri escribió en sus redes sociales: “Sarita fue una figura entrañable y apasionada. Dedicó su vida a la promoción y desarrollo de proyectos culturales que involucraban a niños y jóvenes de entre 8 y 18 años. Su amor por la murga, un género artístico lleno de vida y familiar tradición, la llevó a crear espacios donde los más jóvenes podían aprender, expresarse y encontrar un hogar creativo.
Desde octubre hasta febrero, Sarita se entregaba completamente a su labor. Organizando y dirigiendo ensayos con paciencia y entusiasmo, no solo enseñaba las técnicas y el repertorio de la murga, sino que también inculcaba valores fundamentales como el trabajo en equipo, la disciplina y la creatividad.
Con su guía, no sólo aprendimos a cantar, tocar instrumentos, bailar y actuar, sino que también desarrollamos un profundo amor y respeto por la cultura y la historia de la murga.
La dedicación y el carisma de Sarita transformaron la vida de muchos. Para ellos, la murga se convirtió en una forma de expresión y en un refugio donde se sentían valorados y comprendidos. Sarita fue mucho más que una gestora de proyectos; fue una mentora, una compañera y articuladora que involucraba en todo lo posible a las familias de quienes formábamos parte de su querida murga “Los Payasos Alegres”.
Exigente, enérgica, pero cálida y con una inquebrantable fe en el potencial de cada niño dejó una huella imborrable en todos aquellos que tuvieron la suerte de conocerla.
Hoy, se me vienen a la memoria imágenes de aquellos tiempos, aparecen canciones, risas, anécdotas y muchas caras con las que compartí esos entrañables tiempos de la ninez. Mi recuerdo con profundo cariño y gratitud, agradecido de lo que aportó en mí.
Sarita no sólo enseñó un arte; cultivó corazones, encendió pasiones y dejó una herencia cultural que aún perdura.
Un apretado abrazo a mi querido amigo Fito, a su hermano Roberto, a sus nietos y nietas y a todos los que disfrutamos de su persona. QEPD.”
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