Este relato fue contado por mi abuelo en una reunión familiar. Esta narración va más allá de lo que la física y el ser humano pueden explicar. Nosotros siempre tuvimos la esperanza de alguna vez en nuestras vidas encontrar algo que nos lleve al doloroso e irreparable pasado.
O al tentador y misterioso futuro. Según mi abuelo esto sucedió hace un tiempo en San José, continuando el Camino Guaycurú se encontraba la casa del hombre más curioso e inventor de San José. Ustedes se preguntarán por qué justo acá, en Uruguay, en San José de Mayo. Bueno continúen la lectura y se enterarán.
Todo comenzó un día común y corriente como todos, la gente temprano a trabajar, los chicos y las chicas se irían a encerrar cinco horas dentro de un salón a que una persona les diga qué hacer. Todo iba bien en la ciudad hasta que llegó el atardecer. Hacía muy poco tiempo que el inventor Juan Pablo había terminado de leer un libro que le generaría una duda que no podría sacar de su mente. El libro trataba sobre un error en un laboratorio que desencadenó una serie de problemas irreversibles. El principal problema fue que sin querer inventaron un portal a otras dimensiones. Los científicos, al usarlo, descubrieron cosas que no querían ver, por ejemplo la aproximación de la destrucción de la humanidad.
Juan Pablo se fue a acostar con esta idea en la cabeza. Su insomnio fue tal que tuvo que acudir a otros métodos para dormirse. Su cabeza tenía tres problemas: cómo iba a hacer él para poder crear una máquina del tiempo, qué problemas podrían aparecer luego de haber creado esta misma, y, por último, él ya estaba cansado de que la gente lo excluyera y lo trataran de raro por no vivir la vida a su manera. Pensando en esto último se durmió.
Al otro día, desayunando, se dio cuenta de que tenía muchas ideas, pero no sabía cómo llevarlas a la práctica. Luego de pasar cuatro horas organizando todo en una vieja cuadernola, armó un proyecto que él creía que iba a funcionar. Se le complicó mucho a la hora de armar la máquina, pero luego de dieciocho horas trabajando logró hacerla funcionar. El miedo y la incertidumbre predominaban en él. Inmediatamente tomó una decisión. Llamó rápido a su sobrino, quien vivía con él debido a unos problemas familiares ocurridos hace ya muchos años y le pidió que viniera a probarla, era muy inteligente y todo pero reconocía sus limitaciones y dudaba acerca de lo que podía pasar si entraba ahí. Le dijo a su sobrino que tenía un regalo para él a lo que el sobrino llegó enseguida. Le contó la verdad de la llamada y ´´ Nachito´´ se enojo y a cambio de entrar a la máquina pidió una buena
cantidad de dinero. El tío aceptó y enseguida le explicó lo que tenía que hacer luego de entrar. Él elegiría la fecha a la que viajar y no podría ni modificar el pasado y tampoco en el futuro podrían descubrirlo para no generar pánico. El chico ni le prestó atención a su tío, solo quería probarla.
Llegó el momento crucial, Nacho se sentía preparado. Quería viajar seis años atrás, específicamente al 11 de agosto. Un día antes de que su madre muriera. No podía decirle a su tío, entonces inventó que quería ver de vuelta cuando Nacional, su cuadro favorito, le ganó a Peñarol un partido con un gol en la hora. Su tío aceptó y activó la máquina. Nacho no sabía lo que le pasaba, sentía dolores muy fuertes en la cabeza. Llegó un punto en el cual se desmayó. Al despertar no sabía lo que le pasaba. Posteriormente se acordó de cómo había llegado. Era 11 de agosto y hacía frío. Fue a su casa y se escondió atrás de un arbusto y pudo reconocerse a sí mismo. Su madre estaba ahí y sin poder controlar su cuerpo guiado por el instinto, se abalanzó sobre la puerta entrando de golpe y abrazando a su madre. Nadie entendía nada. Le contó por qué estaba ahí y lo que iba a suceder al día siguiente, y la madre quedó en shock. Su otro yo no sabía qué hacer y entonces llamó a la policía. Al chico lo encerraron en un manicomio por su falta de cordura. La madre al otro día murió debido a un ataque cardíaco. Y el pobre Nacho se fue a vivir con su tío Juan Pablo.
Según mi abuelo este es el claro ejemplo de cómo las personas nos aferramos a algo que ya no existe, no va a volver a pasar y es inmodificable. La vida se proyecta hacia adelante. Sabiendo que en algún momento vas a estar bien y nunca perdiendo la esperanza. Cada vez que intentamos volver al pasado nos ocurren más problemas que son impredecibles.
*Autor: Francisco Aldaz| Proyecto “Cuentos y leyendas de San José y sus alrededores”, llevado a cabo por alumnos de Primero de Bachillerato, IPREU-SAFA2019.
- Leé también: Cuento “Detrás del tablado”