Me dedico a la poesía,
la música y el dibujo.
Me cuesta mis buenas hambres
pero me doy ese lujo.
Lo mismo que un lazo es
el amor por una china,
pues por más vuelta que tenga
ya se sabe en qué termina.
A la hija de don Viola
le gustaban las violetas
y a la hija de don Barga
le gustaban las…hortensias.
El perro alza una patita
pero no por hacer teatro
sino porque se da cuenta
que no puede alzar las cuatro.
La ortografía no es changa,
pues no es lo mismo -doy fe-
poner «Karibe» con «ka»
que poner «cajón» con «ge».
Después de intentarlo mucho
logré dejar de tomar,
y el día que lo logré
me mamé pa festejar.
Sé que arreglar el país
es algo fácil de hacer,
pero todos los mecánicos
tienen cerrao el taller.
Pagar un curso de esgrima
me cuesta una millonada.
Ni sacando el Cinco de Oro
puedo ser un As de Espada.
A la mujer que no ama
no hay machos que la soporten.
Si el perro no mueve el rabo
más vale que se lo corten.
Marido de mujer fría
sale a buscar otro amor.
Los ratones se divierten
si el gato no es cazador.
Nadie conoce al rosillo
que tira de mi charret
porque el pobre mancarrón
no figura en Internet.
Comí uvas con semillas,
y ahora es algo tremendo
contemplar entre los tártagos
las parras que están naciendo.
Con estas crisis malditas
me estoy poniendo flaco
cuando juego al casín
me confunden con el taco.
Bartolo tenía una flauta
con un agujero solo.
Mi país supera mil veces
a la flauta de Bartolo.
Las crisis -¡Virgen María!-
se han vuelto tan imponentes
que me llamaron «pedante»
porque compré escarbadientes.
Las pastillas pa dormir
vienen en frasco pequeño;
pero me cuestan tan caras
que el precio me quita el sueño.
A unos gatos barullentos
les tiré con los zapatos;
y ahora, de patas desnudas,
sigo escuchando a los gatos.
El despertador vendí
pa dormir trochimoche;
y ahora que no lo tengo
no duermo en toda la noche.
El día que yo me muera
tendrá una inscripción mi fosa
diciendo: «Que en paz descanse
ya que nunca hizo otra cosa».
El día que yo me muera
quedará mudo un zorzal,
diez cardenales, cien mirlos
y mil pavos de corral.
Siempre quise ser un rey
pa ver si alguien me destrona;
pero el día en que me muera
por fin tendré una corona.
Gracias a que soy cantor
cumplo con el carnicero.
Muchos cantan por la carne
y otros cantan pal carnero.
Yo tengo una cotorrita
que cantaba «malagueñas».
Se enfermó de laringitis
y ahora me canta por señas.
Tengo un lorito cantante
que no aprende bien las notas;
pero, gracias a la «tele»,
sabe muchas palabrotas.
Hay un profesor de música
que, fiel a su cometido,
no se toma nada en «sol-fa»
porque es un gran «re-la-mi-do».
La respuesta que me da
cuando le hablo a una mujer
es «do-re-mi-fa-sol-la»,
pero «sí» ¡ni por joder!
El secreto pa estar flaco
no hay que echarlo en saco roto,
y es acertar en la dieta
o es no acertar en el voto.
Cuartetas que el diablo manda, publicadas en el libro «Prohibido sonreír sin permiso» de Abel Soria. Año 2012
Leé más historias AQUÍ