En una entrevista que concedió para la edición de este sábado 29 de setiembre de Sábado Show, la hija de Omar Gutiérrez, María Clara (28), dijo sentirse orgullosa con los homenajes que propició el fallecimiento de Omar, pero señala que, en vida, muchos en los medios le cerraron la puerta a su padre. “Él podía y merecía tener un lugar en televisión”.
– En los últimos años eras la productora de Pipí – Cucú. ¿Cómo era trabajar con tu padre Omar Gutiérrez?
– Difícil. Porque además de compañeros éramos padre e hija. Pero al mismo tiempo nos daba mucho placer. Nos entendíamos muy bien. Nuestra rutina era leer a diario las noticas y empezar a discutir los contenidos del programa y ver a quién entrevistar. El carácter de él era fuerte, un poco terco. Cuando se le ponía algo en la cabeza, había que hacerlo, cueste lo que cueste. Esa es mi escuela. Ahora en esta nueva etapa me impongo las mismas ganas y perseverancia.
– ¿Es cierto que tu vocación inicial no era la comunicación?
– Es cierto. Yo hacía una carrera en radioisótopos cuando papá se vino a la CX 30 y me preguntó si no lo acompañaba en la producción periodística. Empecé y a de a poco me fue atrapando el trabajo en comunicación. Este año comencé la carrera de periodismo y dejé la radioactividad.
– ¿Por qué crees que no te diste cuenta antes?
– Cosas de la vida. Supongo que por la cercanía con mi padre conocí por dentro los medios desde muy chica. Hay buenas personas, pero la honestidad no siempre es moneda corriente. La libertad de expresión ideal no existe y la lucha por una libertad de expresión real puede ser dura. Papá siempre la luchó y si bien toda la vida hizo las entrevistas que quiso, tuvo momentos de pasarla fea. De ahí que los medios no fueran mi primera opción laboral, pero al empaparme con el trabajo en la radio redescubrí todo lo bueno de la comunicación. Y este es mi camino.
– Ahora junto a Vanessa Carissimi estarán al frente de la nueva etapa de Pipí – Cucú, ¿qué tan difícil fue tomar la decisión de ser la sucesora de tu papá?
– Era algo que de algún modo se estaba procesando en vida de papá. Él estaba en trámites jubilatorios y habíamos hablado de que yo continuaría en la radio, con él como colaborador. Él siempre tenía ganas de trabajar. Nunca se imaginó completamente retirado. Cuando lamentablemente falleció, hablamos con las autoridades de la radio de continuar la propuesta y estuvimos de acuerdo en todo. Mantuvimos el nombre y la impronta: queremos seguir haciendo las cosas que él hacía y de la forma en que las hacía.
– Su muerte generó una cadena unánime de homenajes y demostraciones de cariño, ¿qué siente una hija en esos momentos?
– Yo estaba en medio del duelo, pero al mismo tiempo sentí orgullo del padre que tuve. No vi ni leí todo lo que se dijo en los medios de comunicación pero supe de la inmensa mayoría de los comentarios. Nadie lo recordó de mala manera. Me gustó que lo homenajearon hablando de su trayectoria y los aportes que había hecho para los medios y los comunicadores que formó. Si él de alguna forma hubiera percibido todo el cariño generado en su último adiós, sé que estaría contento. A mí me llenaron de besos en San José. Dentro del dolor, me sentí muy acompañada y contenida.
– Un polémica que se generó fue una presunta contradicción porque estaba siendo homenajeado una vez fallecido pero al mismo tiempo hacía varios años que no estaba en TV. Él intentó volver varias veces a la pantalla, golpeó puertas y sin embargo…
– Sí. Era lo que decía de la honestidad en los medios de comunicación. Me consta que muchas personas no fueron consecuentes ni agradecidas con él. No le dieron la oportunidad de volver porque decían que estaba viejo o enfermo. Tenía una enfermedad sí, pero podía perfectamente ocupar un lugarcito en el último tiempo. Creo que se lo debían. Creo que lo merecía. Él hizo una revolución en la TV uruguaya y muchas personas en los medios no actuaron con él de la misma forma que él actuó con ellos. No estoy diciendo esto con resentimiento ni enojo. Se dio así y cada uno se entenderá con su conciencia.
– ¿Él como vivía esa situación?
– A papá le afectaba. No era de esas personas que se encerraba en su casa a preguntarse «¿qué me pasa?» Porque siempre tenía un espíritu positivo, pero en algún punto se decepcionó de muchas personas.
– Más allá de lo laboral, ¿cómo definirías la relación con tu papá?
– Muy pegada a él. Una nena celosa. Fuimos súper compañeros en todo, desde ir en el auto poniéndonos de acuerdo en la música para escuchar o leer los mismos libros. En este último tiempo estábamos mucho más juntos. Yo también vivo en San José: voy y vengo todos los días.
– ¿En qué sos más parecida a él?
– No sé si es una pregunta para mí. Quizás para la gente que nos escucha ahora en esta nueva etapa. Tenemos el mismo concepto de comunicación que él tenía: queremos preguntar a los actores políticos o de toda índole, las mismas preguntas que se hace el vecino. Seguimos abiertos a todos: quien quiera dar opiniones, aportar a los debates o mostrar su trabajo artísticos, estamos abiertos aquí en Pipí – Cucú.
– Omar fue internado por una neumonía el 9 de agosto y mientras se recuperaba se cayó y fracturó la cadera. ¿Ese accidente fue el desencadenante para el agravamiento posterior?
– Sí. Él tenía EPOC en un nivel avanzado. En ese marco, hizo una neumonía, se descompensó, se fracturó y nunca se pudo operar porque no estaba en oportunidad, como se dice. A ello hay que sumar la internación prolongada en la que tuvo mejoras y recaídas. Todo eso fue sumando para se diera el desenlace lamentable.
– ¿Qué tan consciente fue del proceso?
– No sé. Cuando alguien está así, lo mejor que se puede hacer no es hablarle de lo mal que está, sino de cosas positivas. Yo le leía los diarios y portales. Conversábamos cuando él podía hablar. Muchas veces nos pedía duraznos en almíbar y salíamos a buscarlos. Fue un proceso que terminó de la peor manera, pero bueno… se hizo todo lo posible. La tranquilidad me viene por ese lado. Se hizo todo lo humano y médicamente posible.
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