El Comisionado Parlamentario Penitenciario, Dr. Miguel Petit, dio a conocer su informe anual sobre el estado de las cárceles, correspondiente al 2017.
El funcionario realiza en el tramo final del documento un análisis detallado de cada uno de los centros de reclusión que existen en el territorio nacional.
Para el caso de las unidades que se encuentran en San José, la cárcel de Juan Soler recibe comentarios altamente positivos y casi ninguna observación.
También son favorables las consideraciones sobre la Unidad Nº 2, «Granja de Libertad»; por el contrario, señala que el Penal de Libertad es una cárcel «totalmente contraindicada».
JUAN SOLER. El Comisionado señala que posee «buena disposición de espacios educativos, salones, comedor, área deportiva, talleres y una chacra».
Asimismo destaca que «ha logrado consolidar su propuesta socioeducativa (…) y tener un buen esquema de actividades para todos los internos».
Casi «todos los internos tiene actividades para realizar y los responsables y funcionarios del centro han logrado un buen clima de convivencia durante el 2017″, añade.
Resalta el trato «personalizado» que existe, que «se trata de dar respuesta a las dificultades concretas de los internos» y que «es buena» la relación con sus familias.
Con respecto a problemas a encarar, Petit sugiere «reforzar su área social para aumentar la vinculación con la comunidad y con entidades externas».
«Juan Soler ofrece una buena gama de oportunidades socio educativas en línea con el mandato de las Reglas Mandela, las normas internacionales de derechos humanos y el Art. 26 de la Constitución, con el objetivo de viabilizar la educación y la integración social de las personas privadas de libertad», concluye.
El informe indica que en Juan Soler hay actualmente 116 internos, todos ellos hombres, de los cuales 92 están procesados y 24 penados. El 70% (81) son primarios y el 30% (35) reincidentes.
Cincuenta y cinco reclusos realizan actividades de educación formal, contando el establecimiento, además, con 19 cupos para cursos de educación no formal.
En el campo laboral, señala que el 84% de los internos (94) trabaja: 69 hacen trabajo no remunerado, 13 reciben peculio y 12 salario.
GRANJA DE LIBERTAD. Los conceptos también son positivos. Señala que allí existen «un muy buen clima de preparación para la vida en libertad», «amplias posibilidades para trabajo en chacta y tareas fines» y resalta que «todos los internos trabajan».
También resalta que el espacio dedicado a labores educativas es muy adecuado. No obstante ello, remarca que en 2017 no hubo maestro «por lo que no fue posible asistir a clases de Primaria».
Por el contrario, en Secundaria «se reidieron 60 exámenes de Ciclo Básico y Bachillerato, con alto porcentaje de aprobación» gracias al «apoyo de tutorías realizadas por los docentes que concurren a dictar clases al Penal de Libertad».
En materia de problemas a encarar, Petit indica que en virtud de que «buena parte de los internos son y van a volver al medio urbano, es importante contar con formaciones que sean luego trasladables a ese medio».
Paralelamente, indica que «lo productivo requiere ser acompañado de otros elementos –apoyo psicológico, salud, habilidades sociales, etc.- a partir de una perspectiva integral de la personal y de la conformación de su proyecto de vida».
LAPIDARIO. Como era de esperarse, los comentarios que Petit realiza sobre la situación del Penal de Libertad son contundentes. «»Es una unidad totalmente contraindicada para cualquier tipo de actividad de rehabilitación: inhóspita, anómica, impersonal, deprimente, angustiante», afirma.
«La falta de personal en general y especialmente de técnicos hace que la estadía en el lugar no haga otra cosa que agravar el deterioro y las carencias que pueden tener las personas allí alojadas», agrega.
«En los celdarios 1 y 2 -prosigue- los internos permanecen todo el día en la celda salvo esporádicas y breves salidas al patio (una o dos veces por semana) o a un aula para actividad educativa, los que la tienen».
A todo esto, el Comisionado señala que el Penal debe sumar «su tenebrosa historia del período dictatorial cuyo nuevo funcionamiento no ha logrado dejar atrás».
La ausencia de «programas sociales», la «permanencia de internos con larga trayectoria alojados con personas primarias» y la «creciente violencia» son otros graves problemas que el funcionario no duda en señalar.
«La unidad no reúne mínimas condiciones para cumplir con su finalidad socio educativa y de integración social», concluye Petit, quien en la última frase señala como «muy loable el anuncio de las autoridades de que el Celdario 1 será clausurado a la brevedad posible».
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